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ASOCIACIÓN "LOS GOMICES" EL VILLAR DE ENCISO. LA RIOJA. |
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TRADICIONES Las fiestas representan lo mejor de las
tradiciones de los pueblos. En este caso son tres las fiestas
tradicionales de nuestro pueblo LA
TRINIDAD ----- SAN
SEBASTIÁN ---- EL ROSARIO La Trinidad. 2016: La
Santísima Trinidad es la fiesta más importante del pueblo. Se celebra el domingo siguiente al Corpus
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San Sebastián. 2016
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Desde tiempos muy remotos se vino celebrando esa fiesta, llamada de San Sebastián. El lunes inmediato anterior a La Trinidad es la fecha elegida para su celebración. Según cuentan, esta fecha tan inusual, fue debida a un litigio con el vecino pueblo de Enciso para que no coincidiese con otra del miso tipo celebrada en este municipio. Fuera como fuese, el caso es que , sin lugar a duda, era la fiesta más importante del todo el valle del Vacirbe. A ella estaban obligados a asistir por lo menos un miembro de cada familia de las cuatro aldeas que formaban el municipio de Poyales. Navalsaz, Poyales, Garranzo y El Villar. Cada aldea portaba sus propios pendones y estandartes y, en animada y devota procesión, se trasladaban desde sus respectivos pueblos hasta la ermita. Allí, después del beso y saludo de todos los pendones, daba comienzo la Santa Misa con asistencia de las autoridades, comida de hermandad y posterior baile en la pradera al pie de la balconada, desde la que se celebraba el acto religioso. Durante la misa, un miembro de la corporación municipal pasaba lista y la familia que no tuviera algún miembro en el acto, sin razón justificada , era obligada a pagar un multa. |
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ROMERÍA DE SAN SEBASTIÁN.
2016 EL VILLAR DE ENCISO. Cumpliendo con la tradición, la fiesta se celebra el primer domingo anterior a la Trinidad. Así pues, la gaita y el tambor retumbaron de nuevo en el barranco que corre junto a la ermita de San Sebastián en el Villar de Enciso. Esta ermita, ubicada a unos 500 metros del pueblo, es el punto de encuentro de una romería que se remonta a muchos años atrás. Todo está preparado para la gran fiesta: Su entorno en esta época primaveral es espectacular. Las laderas de contornos suaves, erosionados durante siglos por miles de pezuñas de ovejas chamaritas, se muestran engalanadas para la fiesta por un manto amarillo de aulagas en flor, que atemperan su descarnamiento. Abajo el barranco, maraña de juncos y zarzales, por el que el río, aún vigoroso, serpentea entre troncas carcomidas de chopos centenarios. Cerezos y pomares, nogales y chopos, ciruelos, manzanos y perales se mantienen aún en pie, indómitos al tiempo, como testimonio de tiempos pasados mejores. Nos miran desde los huertos abandonados, rescatando, bajo su fresco tapiz de hierba , la savia que a duras penas alimenta sus ramas carcomidas. La pradera, al pie del altar, aparece limpia, verde, salpicada de diminutas margaritas y rebordeada de espinos y zarzales que se asemejan a búcaros repletos de flores , naturales, frescas, perfumadas. El volteo de campanas de El Villar envuelve el ajetreo de los romeros que, desde distintos puntos de la geografía riojana, acuden a su cita anual con la tradición. Avanza ya la procesión hacia la ermita, presidida por la cruz y los ciriales, seguidos por el estandarte y los pendones del pueblo y cerrando la misma, el santo semidesnudo, herido de flechas pero con aire apuesto, desde su peana sobre las andas. A ella se irán añadiendo en distintos puntos del recorrido las procesiones de las diferentes aldeas que antaño formaban el Ayuntamiento de Poyales y ahora el de Enciso. Conforme van confluyendo los caminos, se incorpora, previo saludo tradicional, primeramente Enciso, con sus pendones y los de La Escurquilla, Valdevigas y Las Ruedas. Seguidamente, a medio camino, lo harán los de Poyales y Navalsaz. Y así, en un amasijo de estandartes, pendones y romeros, con el repiqueteo de la gaita y el tambor, que despierta cada año los ecos dormidos entre paredes y ribazos, la procesión va llegando a la ermita en donde, como marca la tradición, se unen los de Garranzo. Este año acudieron como invitados los pendones de Zarzosa y Villaroya. Por razones obvias de avance, o retroceso, cultural de los tiempos, ya no se pasa lista, ni se imponen multas a las familias del valle no asistentes al acto. Tampoco se celebra la comida de autoridades en la balconada. y la música del baile, animado antaño por la gaita el tambor, ha quedado sustituido por esperpénticos tonos de los teléfonos móviles. Tras la comida campera celebrada por las familias al amparo de los abundantes árboles, no queda ya sino la procesión de vuelta. Y cuando al atardecer, las sombras apuntan y se despiden del lecho del río comienza la procesión de retorno. Se apaga el día con nostalgia en los corazones y en la boca de todos un deseo expresado en román paladino: “Hasta utraño”. |
El Rosario. 2016
Estas son algunas
fotografías de la procesión del 2016 |
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